La diversidad – un regalo

Solemos categorizar a las personas según su género, su color de piel, su edad, su cultura, su trastorno social y familiar, su religión, su estado de salud, su orientación sexual, su apariencia física, su mobilidad etc. Esta categorización puede llevar rapidamente a la discriminación de las personas que no hacen parte de una mayoridad y que tienen un poder muy limitado o no existente.

Hay que acordarse de esta categorización a la hora de intentar mejorar las condiciones de vida de las personas perjudicadas y discriminadas. Para vencer estos obstáculos de desventajas y discriminación, hay dos aspectos elementares: de un lado, hay que crear estructuras beneficiarias. Del otro lado, es importante recordar de que aún estamos trabajando con personas individuales que corresponden a “categorias” diferentes. Cada uno tiene una manera propia de experienciar ventajas y realidades diferentes, dado los cuales hombres y mujeres, negros y blancos, jóvenes y viejos a menudo actuan y participan de manera diferente. No todos tienen el mismo acceso a los recursos relevantes disponibles.

Estas son algunas preguntas que ayudan en el proceso de analizar:

  • ¿Cómo son representadas las personas que no hacen parte de una mayoridad? ¿Tienen la oportunidad de expresar su opinión y ser respectado por ello?
  • ¿Quién es el beneficiario de las medidas planificadas?
  • ¿Cómo se distribuyen los recursos?
  • ¿Las medidas propuestas son aptos para ser realizados por todos?
  • ¿Dónde y cuándo tendrán lugar estas medidas?

Mis propuestas siempre incluyen una consideración de estos aspectos. Por eso me doy cuenta de que durante el proceso de consultación, es imposible respectar todos los criterios de perjudicación o discriminación a la vez. Hay que limitarse a dos o tres a la vez.